El informe “SIDA, crisis y el poder de transformar”, publicado por ONUSIDA el pasado 10 de julio, no puede ser leído con indiferencia. Es una señal de alarma que exige acción inmediata. La respuesta mundial al VIH, construida con décadas de esfuerzo colectivo, inversión internacional y liderazgo comunitario, enfrenta hoy su mayor amenaza: una crisis de financiamiento sin precedentes que pone en jaque la vida de millones de personas.
“Estamos ante una tormenta perfecta: el debilitamiento de la cooperación internacional, el auge de gobiernos conservadores que restan importancia al VIH, y la desarticulación de redes comunitarias que han sido columna vertebral de la respuesta. Esto no es un retroceso técnico, es un abandono político”, alerta Marco Becerra, Director de Gestión Pública de ACCIONGAY.
Lo que antes parecía impensable —el colapso de servicios de prevención, el despido de trabajadores de la salud, la caída abrupta del acceso a tratamientos esenciales— se ha vuelto realidad en muchos países. En Mozambique, más de 30.000 profesionales sanitarios han visto interrumpido su trabajo. En Nigeria, el acceso a la profilaxis preexposición (PrEP) se ha desplomado de 40.000 a 6.000 personas al mes. Estas cifras no son solo números: representan personas reales, comunidades enteras, esperanzas rotas y vidas en riesgo.
ONUSIDA ha sido enfática: si no se revierte este desmantelamiento, podríamos enfrentar 6 millones de nuevas infecciones y 4 millones de muertes adicionales por sida entre 2025 y 2029. La gravedad de este escenario es innegable. Y lo más indignante es que no se debe a falta de soluciones biomédicas o de conocimiento técnico, sino a la retirada del compromiso político y financiero de la comunidad internacional.
“El VIH no desapareció. Lo que está desapareciendo es la voluntad de algunos actores internacionales de seguir apoyando respuestas inclusivas, basadas en derechos humanos y evidencia científica. Esto nos enfrenta a una injusticia estructural: quienes más necesitan, hoy tienen menos acceso”, afirma Becerra.
Mientras tanto, 9,2 millones de personas que viven con VIH aún no acceden a tratamiento. De ellas, 620.000 son niños y niñas. En 2024, 630.000 personas murieron por causas relacionadas con el sida, y más de 210.000 adolescentes y mujeres jóvenes se infectaron. La epidemia sigue su curso, pero el mundo parece haber bajado los brazos.
El debilitamiento del financiamiento no solo afecta a los sistemas sanitarios: golpea directamente a las comunidades más vulneradas. Más del 60 % de las organizaciones comunitarias lideradas por mujeres han perdido apoyo financiero en lo que va de 2025. Las leyes punitivas, discriminatorias y retrógradas proliferan: Uganda, Malí y Trinidad y Tobago han endurecido su legislación contra poblaciones clave, agravando aún más su exclusión del sistema de salud.
“No podemos hablar de una respuesta efectiva al VIH si las personas que viven con el virus son perseguidas, silenciadas o criminalizadas. La salud pública y los derechos humanos son inseparables. Lo que estamos viendo en el mundo y en particular en Chile es una oleada conservadora que no solo afecta presupuestos, sino que borra de un plumazo los principios básicos de dignidad y no discriminación”, sostiene el Director de ACCIONGAY.
En medio de este panorama desolador, hay señales de resiliencia. 25 países de ingresos bajos y medios han aumentado sus presupuestos nacionales, aunque insuficientemente. Sudáfrica destaca por financiar el 77 % de su respuesta al VIH, y siete países africanos han alcanzado las metas 95-95-95. Estos logros, lejos de ser anecdóticos, demuestran que cuando hay voluntad política y participación comunitaria, es posible avanzar.
Pero no podemos romantizar la resistencia de los países del Sur Global ni de las organizaciones comunitarias. No basta con celebrar su resiliencia cuando lo que se necesita es justicia global y solidaridad efectiva.
Desde ACCIONGAY, nos sumamos al llamado urgente de ONUSIDA:
🔴 Es imperativo cerrar la brecha financiera internacional.
🔴 Se deben proteger y expandir los servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento.
🔴 Urge eliminar las barreras legales y sociales que criminalizan a quienes más lo necesitan.
🔴 Y se debe reconocer el rol protagónico de las comunidades, no solo como beneficiarias, sino como líderes de la respuesta.
“Chile también debe mirar con atención este escenario. La desfinanciación y la invisibilización de la respuesta nacional al VIH no es ajena a nosotros. Desde ACCIONGAY lo hemos denunciado con fuerza: no se puede permitir que se desmonte una política pública en silencio, bajo la excusa de reorganización o eficiencia. Estamos hablando de vidas humanas”, enfatiza Marco Becerra.
La directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, lo dijo con claridad: “Esto no es solo un déficit de financiación, es una bomba de relojería”.
No podemos permitir que el Sida vuelva a ser una sentencia de muerte. No podemos tolerar que los avances logrados se desvanezcan por indiferencia o por intereses políticos mezquinos. Es tiempo de transformar, no de abandonar. La historia juzgará con dureza a quienes, pudiendo actuar, optaron por mirar hacia otro lado.
En ACCIONGAY reafirmamos nuestro compromiso con las personas que viven con VIH, con las poblaciones clave, con quienes han luchado en las trincheras de esta epidemia durante casi cuatro décadas. Y lo decimos con fuerza: sin justicia social, sin equidad en salud y sin financiamiento sostenido, no hay respuesta posible.
👉 Lee el informe completo en www.unaids.org
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