Nuestro enfoque

El enfoque de la Corporación Chilena de Prevención del SIDA gira en torno la idea de que todas las personas tenemos derechos relacionados con la vida, la sexualidad y la autonomía para decidir respecto de la vida propia, el cuerpo, las relaciones y la salud, así como para influir en su entorno. Desde este punto de partida es que trabajamos en el tema del VIH/SIDA reforzando en las personas el desarrollo de su conocimiento, su autocontrol y su capacidad de tomar decisiones y llevarlas a cabo. Nuestro objetivo es acompañarlas en el fortalecimiento de su capacidad para influir en su propia existencia de manera autónoma y proactiva.

Nuestro enfoque pedagógico se centra en la educación entre pares, lo cual destaca la importancia de que aquellos que dirigen la enseñanza y proporcionan los servicios directos sean miembros de la misma comunidad que los beneficiarios o receptores. Esto ayuda a eliminar la división histórica entre profesor y alumno, así como entre profesionales y usuarios.

Es ampliamente conocido y demostrado que la entrega tradicional de información sobre la conducta sexual de manera unilateral o vertical no conduce a cambios significativos en los comportamientos. Por el contrario, las técnicas asociadas a la educación popular, como la participación y el involucramiento directo del educando en su propia experiencia, han demostrado ser más efectivas. En nuestro enfoque pedagógico, el educador-par juega un papel central, ya que los agentes externos tienden a requerir más tiempo para establecer las relaciones esenciales necesarias para el éxito, dado que el proceso implica un constante refuerzo y la gradual construcción de normas y actitudes grupales.

La estrategia en un comienzo contemplaba que por lo menos los educadores para el mundo gay fueran personas que se auto identificaran como tales; aunque esto se sigue aplicando, la Corporación, a medida que ha ampliado sus servicios, hoy día utiliza un enfoque modificado del sentido de educación de pares, ya que los voluntarios y activistas se relacionan con todo tipo de público en distintos momentos, reservando la exclusividad sólo en trabajos que involucran particular intimidad, como en los grupos de Gays Positivos y Años Rosados de la Organización.

Los resultados han sido sorprendentes: con el tiempo la división de roles se ha flexibilizado, de manera que el educador par y el educador comunitario trabajan con toda la comunidad con independencia de su orientación sexual, ya que ambos tienen en común el pertenecer a una comunidad. Esto habla de una identificación más amplia, con una mirada integral de la sexualidad humana y mayor aceptación de las distintas formas de vivirla por parte de ambos grupos.

Si bien el aporte de los profesionales es importante para el apoyo a nuestra labor, resulta cierto que la vivencia personal del que educa, junto a sus conocimientos teóricos y prácticos aprendidos, han demostrado ser la clave para obtener mejores resultados en la prevención del VIH/SIDA.

En resumen, nuestra labor educativa tiene dos facetas. La primera abarca la educación de agentes comunitarios — en un sentido amplio de la palabra — para la reducción de riesgo, es decir, una pedagogía para el cambio conductual. La segunda es la propia educación/formación de los agentes educativos, tanto para el trabajo en sí como también para su vida en comunidad.