Durante análisis de una reforma a la ley contra la discriminación en el Senado, Lorena Recabarren, subsecretaria de Derechos Humanos, solicitó una modificación en la redacción del texto que prohíbe ese tipo de procedimientos, señalando que «podría incluso aplicarse a casos donde pudiera existir la anuencia de la persona».
¿Pero qué son las terapias de conversión o ECOSIG (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género)?
Estas terapias son “tratamientos” psiquiátricos, psicológicos y hasta espirituales, con la finalidad de cambiar la orientación sexual, la identidad, o la expresión de género de aquellas personas diferentes a una heterosexualidad binaria cisgénero. Sesiones que prometen “curar” a quienes se sometan a las mismas, cuando en realidad son un tipo de tortura para las personas LGBTI+.
En 1973, la Asociación de Psiquiatría Americana eliminó a la homosexualidad de las páginas de su manual sobre trastornos mentales. Sin embargo, existen registros de que los ECOSIG derivan en maltrato físico, privación de la libertad, violencia económica y hasta violaciones grupales.
Existen diferentes tipos: las terapias a base de religión y medicamentos, realizadas frecuentemente por instituciones religiosas, incluyen prácticas como rezar oraciones y la ingesta de medicamentos. Algunos reportes afirman que las terapias incluyen el consumo de medicinas como Ludomil y Dogmatil, químicos utilizados para tratar desórdenes psicológicos o neurológicos.
La terapia de aversión es una terapia utilizada en años anteriores. Consistía en inyectar al paciente altas cantidades de adrenalina para que ésta le provocara un miedo extremo. Una vez así, proyectar imágenes con contenido homoerótico para provocarle un rechazo. Este tipo de terapia fue llevada a la pantalla grande en La naranja mecánica (1971).
Un método prohibido, la castración química se realiza con el uso de inyecciones y la ingesta de medicamentos que provocan una disminución en la producción de hormonas, lo cual reduce la libido en el ser humano. Un ejemplo es la aplicación de inyecciones intramusculares, la cual se utiliza para tratar padecimientos relacionados con el sistema reproductivo y cáncer.
Otro sistema es a través de pláticas y terapia: organizaciones religiosas son las principales promotoras de estas conferencias y charlas. Mientras que a veces son realizadas con el consentimiento de los pacientes, frecuentemente se disfrazan de terapias psicológicas o de auto ayuda, cuando en realidad su objetivo es la conversión sexual.
De acuerdo con expertos de Naciones Unidas, este tipo de asociaciones apelan a decir que se ha quebrantado un área en la vida de sus pacientes, específicamente en el ámbito sexual, y que a partir de eso deben pasar por un proceso de restauración. Aunque la terapia comienza por escudriñar un trauma en la infancia de los pacientes, existen registros de que los ECOSIG han incluido privación de la libertad, tortura, violaciones correctivas, medicalización de los cuerpos y rechazo familiar.
Marco Becerra, director de ACCIONGAY, afirma que “estos tratamientos se basan en premisas falsas que pueden ser potencialmente dañinas y además “alimentan un estigma negativo sobre la homosexualidad y finalmente eso se vuelve un caldo de cultivo para la homofobia”.
Actualmente, estos grupos no hablan de la homosexualidad como una enfermedad. Han transformado su discurso, mas no sus objetivos, pues buscan “desarrollar la heterosexualidad”, en la misma línea manifiesta que “ahora se maquillan como grupos de superación personal o de auto apoyo”.
Al respecto, Gustavo Hermosilla, presidente de ACCIONGAY considera que “estas prácticas únicamente benefician a un ala conservadora de la sociedad chilena, que además genera un negocio a través de estas mal llamadas terapias. Por eso, es urgente cerrar toda posibilidad de que se puedan avalar este tipo de prácticas pseudo científicas que más se parecen a exorcismos medievales”.
Comunicaciones ACCIONGAY