El Día Internacional de los Derechos Humanos, celebrado cada 10 de diciembre, nos invita a reflexionar sobre los avances y retos en la garantía de los derechos fundamentales. Uno de los desafíos más alarmantes en la actualidad es la persistencia de leyes y políticas que penalizan la orientación sexual y la identidad de género de las personas LGBT+. Estas legislaciones no solo vulneran los principios de igualdad y dignidad establecidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), sino que también contravienen los Principios de Yogyakarta, un marco esencial para la protección de los derechos humanos de las personas diversas.
Derechos humanos y universalidad
La DUDH, adoptada en 1948, es un hito en la historia de la humanidad que proclama la igualdad y la dignidad como inherentes a todas las personas. El Artículo 1 de la Declaración afirma que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, mientras que el Artículo 2 garantiza que ninguna persona debe ser discriminada por razones de “raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole”. Sin embargo, estas promesas universales son violadas sistemáticamente en más de 60 países que mantienen leyes criminalizadoras contra las personas LGBT+.
Estas leyes, muchas heredadas de la era colonial o influenciadas por valores conservadores, perpetúan sistemas de opresión que niegan derechos básicos como la libertad, la seguridad personal y el acceso a la justicia. En naciones como Uganda, con su Ley Anti-Homosexualidad de 2023, las personas LGBT+ enfrentan penas de prisión, violencia institucional y, en algunos casos, incluso la pena de muerte. Esta realidad es incompatible con el derecho a no ser sometido a tratos crueles, inhumanos o degradantes, garantizado en el Artículo 5 de la DUDH.
Principios de Yogyakarta: Un faro para la igualdad
Los Principios de Yogyakarta, adoptados en 2006, reafirman la aplicación de los derechos humanos universales a las personas LGBT+. En su primer principio, declaran que “todas las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos y tienen la capacidad de disfrutar de los mismos derechos humanos”. Además, los Principios instan a los Estados a derogar legislaciones discriminatorias y garantizar la protección de las personas LGBT+ contra la violencia, la tortura y otras violaciones de derechos humanos.
Particularmente relevante es el Principio 2, que establece que “toda persona tiene derecho al disfrute de todos los derechos humanos sin discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género”. Esto incluye el acceso a servicios de salud, empleo, educación y justicia, derechos que son negados de manera sistemática en contextos donde las leyes criminalizadoras siguen vigentes.
Consecuencias de la criminalización
Las leyes que penalizan las identidades y expresiones LGBT+ no solo violan los derechos humanos, sino que también agravan otras desigualdades. En muchos países, las personas LGBT+ enfrentan violencia física y psicológica, exclusión social y económica, y obstáculos significativos para acceder a servicios de salud, incluyendo aquellos relacionados con el VIH. Estas barreras no solo son una amenaza para los derechos individuales, sino que también debilitan el tejido social y los sistemas de salud pública.
Además, estas leyes fomentan un clima de miedo e impunidad, donde la violencia de actores estatales y no estatales contra las personas LGBT+ queda sin sanción. Esta situación contradice el mandato de los Estados de proteger a todas las personas dentro de su jurisdicción, como se establece en el Artículo 3 de la DUDH.
Un llamado a la acción
La persistencia de estas legislaciones es un recordatorio urgente de que la lucha por los derechos humanos está lejos de ser universal. Es imperativo que los Estados y la comunidad internacional tomen medidas decididas para:
- Derogar todas las leyes que penalicen la orientación sexual y la identidad de género.
- Adoptar políticas inclusivas que garanticen la igualdad y la no discriminación.
- Proteger a las personas LGBT+ contra la violencia, la tortura y otras formas de abuso.
El Día Internacional de los Derechos Humanos debe ser un momento para recordar que la dignidad y los derechos no son privilegios, sino inherentes a todas las personas. Las leyes que penalizan a las personas LGBT+ no solo violan los principios de la DUDH y los Principios de Yogyakarta, sino que también nos recuerdan que la lucha por la igualdad y la justicia es una tarea continua.
Es nuestra responsabilidad colectiva construir un mundo donde nadie sea criminalizado por ser quien es o amar a quien ama. Solo entonces podremos afirmar con verdad que los derechos humanos son realmente universales.
Comunicaciones ACCIONGAY