“VEJEZ LGBT+ EN CHILE: INVISIBLES Y SIN DERECHOS”

En el contexto de una sociedad que envejece progresivamente y que enfrenta múltiples desafíos en materia de inclusión, las personas mayores LGBT+ en Chile representan un grupo históricamente invisibilizado, cuyas experiencias de vida están marcadas por la exclusión, el estigma y la precariedad. El envejecimiento de esta población ocurre en un entramado político y cultural que aún no ha reconocido plenamente sus derechos, ni ha desarrollado políticas públicas integrales que respondan a sus necesidades específicas.

En primer lugar, es fundamental comprender que muchas personas mayores LGBT+ en Chile vivieron gran parte de su vida en contextos de criminalización, patologización y rechazo social. Durante décadas, la homosexualidad fue considerada una enfermedad mental y una conducta delictiva, lo que forzó a miles a vivir su identidad en la clandestinidad. Esta historia de violencia estructural ha dejado secuelas en su salud mental, redes de apoyo y trayectorias laborales, que repercuten en su calidad de vida en la vejez. A diferencia de otras personas mayores, muchas de ellas no cuentan con el respaldo familiar tradicional, carecen de redes afectivas sólidas y enfrentan altos niveles de soledad y aislamiento.

Una de las principales brechas actuales es la falta de reconocimiento de la diversidad sexual y de género en las políticas de envejecimiento. Ni la Estrategia Nacional de Envejecimiento ni la mayoría de los programas del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA) incorporan una perspectiva interseccional que considere la orientación sexual o la identidad de género. Esta omisión perpetúa la exclusión y limita el acceso a servicios que sean seguros, inclusivos y culturalmente competentes. La ausencia de datos oficiales desagregados por orientación sexual o identidad de género en la población mayor impide además el diseño de políticas basadas en evidencia, reproduciendo su invisibilidad institucional.

En el ámbito de la salud, persisten prejuicios y prácticas discriminatorias por parte de algunos profesionales, especialmente en atención primaria y geriatría. Las personas mayores LGBT+ son frecuentemente tratadas bajo supuestos heteronormativos que invalidan sus identidades y relaciones. Esto genera barreras en el acceso a la atención, subutilización de servicios y desconfianza hacia el sistema. La formación del personal sanitario en competencias culturales LGBT+ sigue siendo marginal y voluntaria, lo que constituye una deuda del Estado en garantizar una atención digna, respetuosa y libre de estigmas.

Otro aspecto crítico es la precariedad económica. Debido a trayectorias laborales interrumpidas o marginalizadas, muchas personas mayores LGBT+ enfrentan pensiones bajas, falta de acceso a vivienda digna y condiciones de vida inestables. Este panorama es aún más complejo en el caso de personas trans mayores, quienes muchas veces han sido excluidas del sistema formal de empleo y seguridad social. La discriminación acumulada a lo largo de sus vidas se expresa en la vejez como pobreza estructural.

Además, los espacios residenciales para personas mayores —como los ELEAM (Establecimientos de Larga Estadía para Adultos Mayores)— suelen replicar entornos heteronormativos y patriarcales que no reconocen ni validan la diversidad. Existen múltiples relatos de personas mayores LGBT+ que han debido ocultar su identidad al ingresar a estas residencias, por temor a sufrir acoso o maltrato por parte de otros residentes o del personal. La falta de protocolos inclusivos y de formación en diversidad sexual en estos espacios constituye una amenaza directa al bienestar emocional y psicológico de esta población.

Desde un enfoque político, es imprescindible avanzar hacia un modelo de políticas públicas interseccional y participativo, que reconozca la especificidad de las vejeces LGBT+. Esto incluye: el levantamiento de datos oficiales con enfoque de derechos; la inclusión de la perspectiva LGBT+ en todas las políticas de envejecimiento; la formación obligatoria en diversidad para profesionales del área social y de salud; la promoción de viviendas colaborativas y espacios seguros; y el financiamiento a organizaciones que trabajen con personas mayores LGBT+. Asimismo, debe promoverse la participación activa de estas personas en la elaboración y evaluación de las políticas que les afectan.

En conclusión, las personas mayores LGBT+ en Chile enfrentan una doble invisibilización: como personas mayores y como disidencias sexuales y de género. El Estado y la sociedad tienen la responsabilidad histórica de reparar esta exclusión mediante políticas inclusivas, derechos garantizados y un cambio cultural profundo. Una vejez digna para todas las personas exige justicia, reconocimiento y respeto a la diversidad en todas sus formas.

COMUNICACIONES ACCIONGAY