El mundo está enfrentándose a la peor pandemia del siglo XXI: el coronavirus SARS-CoV-2 causante de la infección respiratoria altamente contagiosa COVID-19, y que ha llegado a infectar a cientos de miles de personas y causado miles de muertes, a tan solo cuatro meses de su descubrimiento. Y ambas cifras aumentan aceleradamente y Chile no es la excepción. Nuestro país presenta más de mil, constatándose ya algunas defunciones. Pero, quiénes son las personas con mayor riesgo: personas mayores y personas con afecciones médicas subyacentes graves como enfermedades cardíacas, diabetes, pulmonares y algunas patologías crónicas. Por tanto, muchas personas viviendo con VIH a nivel mundial han entrado en alerta debido a la baja cantidad de artículos académicos y noticias que hablen sobre el impacto del COVID-19 en las personas viviendo con VIH. En este artículo buscamos responder algunas de las dudas más importantes.
El COVID-19, en primer lugar, es una infección respiratoria que puede propagarse de persona a persona mediante gotitas respiratorias. Si la persona con el virus presenta síntomas, estos pueden ser: fiebre, tos, y sensación de falta de aire. En algunos casos también puede haber síntomas digestivos como diarrea y dolor abdominal. En casos más graves, la infección puede causar neumonía, dificultad importante para respirar, fallo renal e incluso la muerte. Los casos más graves, por lo general ocurren en personas mayores o que padecen enfermedades crónicas e inmunosuprimidos.
No obstante, a pesar de que el VIH sea la sigla del Virus de la Inmunodeficiencia Humana, las personas que siguen correctamente su tratamiento antirretroviral (TAR) pueden robustecer su sistema inmunológico evitando la disminución de los linfocitos T-CD4, responsables de coordinar la respuesta de defensa contra agentes infecciosos. Ante ello, si una persona no accede al tratamiento, es posible que su sistema inmune se vaya deprimiendo con el tiempo y sus defensas ya no puedan actuar contra enfermedades oportunistas.
Diversos especialistas y Organismos Internacionales, como ONUSIDA y la Organización Mundial de la Salud, declaran que no hay evidencia científica de que las personas que viven con el VIH tengan un mayor riesgo de adquirir COVID-19 o de enfermarse más a causa de él. Por ello, las personas viviendo con VIH deben seguir las mismas recomendaciones preventivas o de consulta ante la aparición de síntomas sugestivos de Covid-19 que cualquier otra persona, entre las que se encuentran el distanciamiento físico, evitar llevarse las manos a los ojos, nariz o boca y el lavado frecuente de manos.
Los expertos presumen, en adición a lo anterior, un mayor riesgo en pacientes severamente inmunodeprimidos (CD4 menor a 200) o con mal control virológico (carga viral mayor a 1.000 copias), ante ello es que las personas en etapa Sida deben estar alerta y consultar precozmente ante cualquier complicación o sintomatología.
Tratamiento Antirretroviral y COVID-19
Algunos compuestos para el tratamiento del VIH (lopinavir y el ritonavir) tienen la capacidad de inhibir la replicación del SARS-CoV-2 en el organismo, por lo que se ha usado en muchos casos para enfrentar los casos de COVID-19 en el mundo. Si bien se están evaluando como tratamiento en ensayos clínicos, aún no hay datos disponibles que muestren que estos medicamentos traten COVID-19. La OMS no recomienda este tratamiento para todas las personas, ya que es un tratamiento experimental para combatirlo, el cual debe ser suministrado solo por un especialista.
Por tanto, la Sociedad Chilena de Infectología sugiere a las personas viviendo con VIH contar con suministro de al menos un mes y no suspender en ningún caso su tratamiento antirretroviral por la protección que entrega ante estas infecciones. En el caso de no haber iniciado el proceso, hacer los trámites necesarios para iniciar con él. En el caso del PrEP, no cortar tampoco el suministro del tratamiento, siguiendo siempre las recomendaciones de su médico tratante. La medicación que una persona con VIH tiene es para su uso exclusivo, por lo que no se debe compartir con otras personas, menos aún está justificado que las personas con VIH inicien un tratamiento antirretroviral determinado o lo modifiquen por motivo del COVID-19.
COMUNICACIONES ACCIONGAY