Este mes se celebra el mes del “Orgullo Gay” u “Orgullo LGBTI+”, en conmemoración de los disturbios de Stonewall, ocurridos en 1969, en la ciudad Nueva York. Este episodio estuvo marcado por varios días de protesta en contra de la redada policial en el pub Stonwell Inn, hito que marca el inicio de la lucha por los derechos de la comunidad LGBTI+.
«El Pinkwashing es un término que en el contexto de los derechos LGBTI+ se refiere a la variedad de estrategias políticas y de marketing dirigidas a la promoción de instituciones, países, personas, productos o empresas apelando a su condición de simpatizante LGBTI+ con el objetivo de ser percibidos como progresistas, modernos y tolerantes».
El término fue originalmente acuñado por la “Breast Cancer Action” para identificar a las empresas que aseguraban apoyar a las mujeres con cáncer de mama, mientras que en realidad pretendían obtener mayores beneficios y mejorar su imagen de marca al incorporar a su publicidad una causa benéfica. »Ser parte de la comunidad LGBTI+ no es moda, no se hace solo en junio, se vive y se resiste a diario, nos matan y golpean en las calles por ir de la mano. Estos ataques pasan incluso en las multitiendas y las marcas no hacen nada por denunciar o repudiar estos hechos».
Los ejemplos de este lavado rosa son muy evidentes. Muchos gobiernos y partidos políticos suman a gays y lesbianas en sus filas. Un ejemplo de ello es el partido alemán de ultraderecha AFD (Alternativa para Alemania) que tiene como una de sus líderes a Alice Weidel conocida no solo por ser lesbiana sino también por su islamofobia. También el que fue ministro de sanidad de Irlanda, Leo Varadkar, y líder de Fine Gaer, partido político de centro derecha y conservador, declaró de manera pública su homosexualidad. Además, de encubrir políticas reaccionarias, racistas o machistas con este barniz rosa, lo que también se consigue en la mayoría de los casos es dar una imagen de que se ha conseguido la igualdad y se niega que se mantiene la opresión para los sectores LGTBI+. Pero el ascenso de gays y lesbianas a puestos de poder no se traduce en mayores derechos para la mayoría de la comunidad LGTBI+. Es una máscara de la derecha conservadora para “humanizar” sus políticas racistas, xenófobas y liberales.
“Un ejemplo de esta estrategia utilizada por algunos sectores para referirse a un supuesto lavado de imagen del Estado de Israel que, promocionando a su población LGBTI+, soslaya la violación sistemática de los Derechos Humanos de la población palestina según la opinión de algunas fuentes. A través de proyectar la apariencia de ser un territorio gay-friendly, la población LGBTI+ puede llegar a sentirse identificada con las posiciones políticas del Estado (homonacionalismo) contrarias a la cultura musulmana”.
Al igual que gobiernos y partidos políticos, las empresas también hacen uso de esta técnica de marketing. Muchas empresas desarrollan campañas LGTBI+ en las fechas del orgullo, aprovechando esta «fiesta» para multiplicar sus beneficios. «Lavar la imagen» a base de derechos LGTBI+ parece que es muy rentable para empresas que durante el año explotan al máximo a sus empleados para sacar el máximo beneficio al mismo tiempo que persiguen a sus trabajadores por su sexualidad o su ideología.
Vemos por ejemplo a talentosos miembros de la comunidad LGBTI+, músicos, artistas y comediantes posando para estas marcas cuando jamás han sido rostros publicitarios de estas marcas y por el contrario la estética de éstas muestra a mujeres y hombres completamente “normados”, blancos, muy delgados y muy poco diversos, además de ser marcas que han realizado campañas publicitarias muy desafortunadas, racistas y homofóbicas, pareciera entonces que los miembros de la comunidad son utilizados solo cuando llega junio para que sean “orgullosos” y con esto se muestre la marca en cuestión como progresista, innovadora y joven.
«La despolitización del movimiento y la falsa idea de consecución real y total de derechos es la base sobre la que se asienta el pinkwashing. Una idea de “tolerancia” cishomonormativa, que excluye a las identidades sexuales y de género disidentes que no se ajustan a la “homonormatividad» y a aquellos que, bajo los extenuantes ritmos de producción y aceleración, inestabilidad y fugacidad de la vida social, no pueden acceder a un desarrollo libre del placer en todos los sentidos».
Hoy, estas contradicciones quedan aún más develadas, frente a la crisis del capitalismo y la crudeza de la opresión del imperialismo. Sin embargo, a pesar de todos los intentos de «domesticar» el movimiento por la liberación sexual comienzan a expresarse importantes sectores que cuestionan abiertamente las políticas del pinkwashing y ven la necesidad de seguir luchando por avanzar en la consecución de derechos y por terminar definitivamente y de manera radical con todas las opresiones.
El cinismo de las empresas y gobiernos hace cada vez más necesario poner en pie un amplio movimiento LGTBI+ independiente de las instituciones del Estado, los gobiernos y los partidos patronales que en alianza con los sectores más oprimidos y explotados vuelva a encender la chispa necesaria para conquistar nuestros derechos y reabrir la pelea por la total liberación sexual en la lucha contra la alianza entre el capitalismo y el patriarcado que tanto daño y muertes ha causado.
Comunicaciones ACCIONGAY